Cuánta sabiduría encierra este post.
Recuerdo que hace tiempo sentía vergüenza de decir esas dos palabras tan valiosas, y me reprimía incluso queriéndolas decir. Era una especie de “pudor afectivo”.
Afortunadamente superé esta timidez, y ahora no es que las diga a todas horas, pues perderían su verdadero valor y significado. Pero sí estoy orgullosa de pronunciarlas cuando las siento y el momento es propicio para ello. De lo que más me alegro es de que ese pudor del que te hablaba lo había ya superado cuando se fue un ser muy querido para mi. Así que no me quedé con ello dentro, incluso se las repetí en varias ocasiones.
Estoy segura de que no te hace falta, pero por si te pasase algo parecido espero que hayas captado bien lo que te digo.

Mil besos.